lunes, 23 de julio de 2012

EL CONCURSO


Eloína Calvete García


Un qui…qui…quilo de plátanos, po…po…por favor. Sintió que se ruborizaba al terminar la frase, como siempre. El frutero le sonreía amablemente, ya la conocía, pero ella cogió su bolsa con los recados y salió sin mirar a nadie, sin despedirse.

Odiaba ir a comprar, su madre se empeñaba en que tenía que salir. Decía que pasaba demasiado tiempo en su cuarto y que debía de relacionarse con la gente. La gente…siempre la gente. ¡Su madre no entendía nada!  Estaba superagobiada, tenía un problema. Un problema que le parecía imposible de solucionar. Totalmente imposible. ¿Cómo se le había ocurrido ofrecerse voluntaria para participar en el concurso? ¿En qué estaría pensando? Pasado el impulso inicial quiso echarse atrás, pero Sor Benicia, la profesora de Religión, no se lo permitió.
-          “Te has comprometido y tienes que seguir adelante. Te toca estudiar el Antiguo Testamento. Recuerda que jugarás como delantero del equipo. No te preocupes si no contestas, las preguntas pasarán a tus compañeras, pero perderéis puntos”

¡Dichosa monja, era inflexible! Estaba asustada. Sus ojos se llenaban de lágrimas cada vez que pensaba en el concurso. No le importaba estudiar, le gustaba leer los primeros libros de La Biblia con sus personajes tan peculiares y sus historias tan curiosas, aunque, a veces, se hacia un lío con tanto nombre y tenía que volver atrás para no perder el hilo.

Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Los doce hijos de Jacob, origen de las doce tribus de Israel. Los repitió mentalmente sin olvidar ninguno, sin fallos… sin tartamudear. ¿Por qué no podía hablar igual? Pensando no se trababa, ni en sueños, ni cantando. Otra vez las lágrimas. No podía evitar angustiarse, se acercaba el día del concurso. Ya estaba acostumbrada a que se rieran de ella. En el mejor de los casos, algunas compañeras la trataban con una condescendencia que despreciaba, sólo les faltaba acariciarle la cabeza como si fuera un animalito indefenso. En el peor, terminaban sus palabras con impaciencia. “! Acaba de una vez, por Dios!” Era humillante.

Ni siquiera podía discutir con sus hermanos. Toda su rabia se quedaba en “Tú… tú…tú eres un im…im…imbécil” Cuando terminaba la frase, el hermano en cuestión se había marchado o se tronchaba de risa en el suelo. El llanto se había convertido en un recurso defensivo, era la única manera de que la dejaran en paz.

Génesis, Éxodo, Levítico, Números. Repasaba los nombres de los libros históricos del Antiguo Testamento mientras las sonrisas burlonas de sus compañeras y sus hermanos se asomaban a las páginas de La Biblia. ¿Cómo se le había ocurrido meterse en semejante lío? Y por si fuera poco sería delantero, la primera que tenía que responder a las preguntas. Por cada respuesta acertada el equipo sumaría 10 puntos. Si fallaba,  la defensa o la pivot podían contestar, pero los puntos se reducían a 5 ó 3. ¡Qué responsabilidad! La odiarían. Hablaría otra vez con Sor Beni.
-         “No, guapa, serás delantero. La defensa y la pivot ya están escogidas. Espabila que sólo queda una semana. Y no me hables más del tema”. Quería morirse.

Y su madre,” erre que erre” con que tenía que salir más. ¿Salir con quién? ¿Con sus compañeras? ¿Con esas pavisosas que sólo pensaban en los chicos?  ¡No y no! La hacían sentirse inferior a ellas, rara, imperfecta. Prefería leer o escuchar música y cantar. Cantaba a voz en grito cuando estaba sola. Le gustaba oír su voz sin el terrible tartamudeo. No tenía mal oído (o así le parecía a ella) y memorizaba rápidamente las letras de las canciones que más le gustaban.

Ruth, Samuel, Tobias, Judith, Ester. El Arca de la Alianza, la Travesía del Desierto. Fechas y nombres se mezclaban en su mente con el miedo. El miedo al ridículo, a las burlas. ¿Qué podía hacer?  
-         “Nena vamos, tienes que ir a comprar”
-          “¡Uf, mamá! ¿No puede ir alguno de mis hermanos?”
Menos mal que sólo eran un par de cosas. No le costaría mucho decirlas. Había aprendido a cambiar las palabras más difíciles de pronunciar por otras más fáciles para ella. Casi sin darse cuenta, era un reflejo de su mente que la hacía sonreír. Conocía muchas palabras, muchos sinónimos, gracias a la lectura. Su profesora de Lengua, la señorita Sacri, le decía que era una alumna brillante. Pero ni por esas cambiaba la actitud de algunas
-         “Pobrecita, ¿por qué hablas así?” le preguntaban
-         “¡Y yo que sé!, no tengo ni idea, ¿creéis que me gusta?…”
Algunas frases le salían del tirón y, sin embargo, se atascaba en algunas palabras de lo más sencillas. 

No dejaba de pensar en el concurso. ¡Menudo problema! No veía otra solución que fingirse enferma y faltar a clase ese día. ¿Fingir?, no tendría que fingir mucho. A medida que se acercaba la fecha señalada sentía mucho frío o mucho calor. Las manos le temblaban y a todas horas estaba a punto de llorar. Sin embargo, hoy puede distraerse un poco. Como cada sábado, en la sobremesa, verá la película de Sesión de Tarde en la tele. “Sonrisas y Lágrimas”, el título promete. Pronto se quedó sola en el salón, sus hermanos se aburrían con un musical y se ensimismó en la pantalla. “Nena, ¿no sales hoy?” ¡Qué pesada! ¡Ni hoy, ni ayer, ni mañana! ¡¿Esta mujer no se entera de que no quiero salir!?

Hay que seguir estudiando. No había dicho nada en casa del concurso, no quería más presión. Su madre, al contrario que algunas de sus compañeras, la creía capaz de las mayores hazañas estudiantiles. Querría ir a verla  y no se sentía capaz de defraudarla. Y menos aún en público.

Los Salmos, los Proverbios, el Cantar de los Cantares, Isaías, Jeremías, Daniel. Se estaba cansando de todo esto. Leer por leer era divertido, pero esta cantidad de personajes e historias comenzaban a convertirse en una pesada carga. Por muy bíblicos que fueran.

 “♫♫♫ Do, es trato de varón. Re, selvático animal, Mi, denota posesión, Fa, es lejos en inglés…♫♫♫Cantaba la canción de las notas musicales de la película. Le había gustado mucho y tarareaba sin parar mientras continuaba con sus estudios. ¡Tenía que concentrarse! El tiempo se echaba encima y dentro de muy poco estaría en el escenario del Salón de Actos del colegio.

-         “Nena, no tenías que haberte ofrecido voluntaria. No es por nada, pero sabes que te quedarás atascada y las preguntas pasarán a mí. Yo las contestaré, pero valdrán menos puntos”. Marina, la defensa del equipo, la llamaba por teléfono para echarle una bronca.
-         “Ya lo sé, he intentado re…re…retirarme, pero Sor Beni no me deja”
-         “Sí, Sor Beni. De verdad que no imagino de dónde sacaste la idea de que podías concursar como las demás. Chica, pareces tonta”
Y ella era de las amables, cualquiera sabe lo que pensarán las demás…

Repaso general. Rubén, Simeón, Leví, Judá…Queda un solo día para el concurso.

♫♫♫ Do, es trato de varón, Re, selvático animal, Mi, denota posesión…♫♫♫ ¡¡Deja de tararear, concéntrate!!

Y de pronto se le ocurrió una sorprendente idea. ¡Puede cantar las respuestas en el concurso! ¡Seguro que no tartamudea, nunca se traba cantando! Se irguió en la silla y pensó que se estaba volviendo loca. ¿Cómo se iba a poner a cantar las respuestas? ¿Qué pensarían? ¿Y las reglas del concurso?...

 ¡Al diablo con todos! Cantaría las respuestas y que los demás decidieran y pensaran lo que les viniera en gana. Al fin y al cabo, poca gente se había preocupado de conocerla y la mayoría la trataba como a una estúpida. Sería… una estupidez más.

Llegó el gran día. Se sentó muy tranquila en el pupitre situado en el escenario del Salón de Actos. A su lado, Marina, la defensa, y Teresa, la pivot, la miraban con suspicacia. Sonrió acercando la silla a la mesa. “Estoy preparada”

-         Primera pregunta: “Nombre a los doce hijos de Jacob, fundadores de las doce tribus de Israel”

♫♫♫ El primero fue Rubén, seguido por Simeón. El tercero es Leví y el cuarto fue Judá. El quinto se llamó Dan y el sexto Neftalí. El siguiente será Gad y el octavo se llamó Aser. Isacar y Zabulón completan los diez. Con José y Benjamín formarán las doce tribus de Israel ♫♫♫

 Uno a uno cantó todos los nombres. Cuando terminó se hizo un gran silencio en el Salón de Actos. Alguien comenzó a aplaudir y los demás le siguieron.

-         Segunda pregunta: “Cite a los dos hijos de Abraham y a sus respectivas madres”

♫♫♫ “La esclava Agar dio a luz  a Ismael, padre del pueblo árabe. Su esposa Sara engendró a Isaac, patriarca de Israel ♫♫♫”
Más música, más aplausos. Se sintió enormemente feliz.

Una a una respondió a todas las preguntas. Siempre cantando. Ninguna pasó a la defensa y su equipo consiguió la victoria en el concurso. Sus compañeras la abrazaron entusiasmadas y los profesores la felicitaron, pero ella sólo quería llegar a casa para contárselo todo a su madre.
Al día siguiente, recortó la noticia que aparecía en el periódico del colegio:

ORIGINAL CONCURSO DE “CESTA Y PUNTO”

“La edición de este año del concurso juvenil “Cesta y Punto” ha resultado del todo sorprendente. La cantarina delantero del equipo Clase A respondió sin fallos a todas las preguntas.  Y además nos deleitó con una nueva versión del musical “Sonrisas y Lágrimas” basada en el Antiguo Testamento. ¡Enhorabuena chicas!”





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