jueves, 5 de diciembre de 2013

Extraña

EXTRAÑA

Siempre se sintió un tanto extraña. Como si hubiera nacido en la familia equivocada, en una época que no era la suya, en un mundo que la rechazaba. Y esa sensación no la había abandonado nunca, a pesar de haber luchado por integrarse en su realidad, por ser como todos. O mejor, como todas, como sus  hermanas, encantadas de jugar con muñecas y “cacharritos” de cocina. Atentas, ya de mayores, a modas y chicos, siempre acicaladas y encantadoras. Nunca las entendió, nunca encontró placer en vestir y desvestir a unos monigotes o en hacer de “mamá” entre pucheros y platos diminutos. Y los chicos la asustaban, no sabía muy bien cómo comportarse con ellos. El recelo era mutuo, no les atraía una chica que sólo hablaba de libros.

Porque su mundo era la lectura, tomos y más tomos se apilaban en su cuarto. De aventuras, de misterio, de historia o de poesía, todos le encantaban, todos la entretenían desde que, siendo muy pequeña, aprendió a leer descifrando los titulares de los diarios. Se imaginaba por esos mundos corriendo mil aventuras, descubriendo nuevos lugares, lejos, siempre lejos de su ambiente cotidiano. Por avatares del destino, miedos, culpas y complejos varios, nunca se cumplieron sus deseos. Y siguió sintiéndose extraña, ajena a una realidad que vivía de manera rutinaria y disciplinada. Asumiendo ritos, ceremonias y compromisos que jamás pensó aceptar. Confiando en que en algún momento sería capaz de acabar con todo y se marcharía en busca de su “santo grial”.

Nunca se marchó. Y ya no es tiempo de aventuras. Ya no cuentan sólo ella y sus deseos. A su alrededor giran otras vidas, otros sueños y otros intereses que se entrecruzan con los suyos. No importa si sigue sintiéndose extraña, ahora comprende que esa sensación también acompaña a otras personas que, como ella, han terminado por aceptarse así, como son. Siempre insatisfechas, anhelantes…diferentes