Museo en el que se taparon las obras con sábanas (Fuente: web) |
El mundo de la cultura italiana se enfrenta al gobierno de Berlusconi y sus recortes presupuestarios. Museos, bibliotecas, teatros, fundaciones líricas, ayuntamientos y universidades “en pie de guerra” para impedir que se reduzcan las asignaciones que el ejecutivo otorga al universo cultural y a los espectáculos.
La jornada de huelga se extendió por todo el país. Desde Nápoles a Milán secundaron la protesta, el lema: “Puertas cerradas, luces encendidas sobre la cultura”. Unos museos cerraron, otros no cobraron la entrada. Alguno cubrió con sábanas sus obras de arte. Las bibliotecas dejaron de prestar libros. Y los sindicatos han convocado otra huelga en el mundo del espectáculo el día 22. Unas iniciativas originales y efectivas. Unas movilizaciones que demuestran que se puede hacer frente a las arbitrarias actuaciones de algunos gobiernos demasiado acostumbrados a “ningunear” al arte y a los artistas.
El patrimonio cultural italiano genera sustancioso beneficios. Pero según algunos agentes culturales, la conservación de monumentos deja mucho que desear y hay teatros que se encuentran a punto de cerrar. No se comprende que las autoridades italianas decidan recortar, casi un 50%, las partidas presupuestarias que se les asignan. Sin embargo, la respuesta no se ha hecho esperar. La huelga ha conseguido que el ministro de Economía se replantee la situación. Pueden perder mucho más de lo que tenían previsto ahorrar.
En épocas de crisis los recortes empiezan con las asignaciones del ámbito cultural. No sólo en Italia, es una práctica generalizada. Y nunca hay protestas, parece que estamos dispuestos a aceptar que es una medida necesaria. Sin embargo, dejar de lado la cultura es dejar de ser nosotros mismos. Sin cultura no hay sociedad y no hay sociedad sin cultura. No debemos dejarnos engañar por los gobiernos, las crisis económicas no se superan retirando o recortando las asignaciones al mundo de la cultura.
Debemos aprender de los italianos, defender nuestro universo cultural y hacer que las autoridades gubernamentales le concedan el lugar que le corresponde. España, como Italia, es un país que recoge importantes dividendos del turismo. Un turismo que no solo viene buscando el sol y las playas. Nuestra historia, nuestro arte, nuestra cultura, están vivos en infinidad de museos, grandes y pequeños. En las calles de numerosas ciudades, en sus monumentos, en sus restos arqueológicos. Y sus administradores tienen que hacer juegos malabares para adaptarse a las asignaciones estatales.
No es justo. Es cierto que atravesamos un mal momento económico, pero recortando las partidas destinadas a museos, teatros o espectáculos podemos encontrarnos con otra crisis, la crisis de la cultura. Y esa no se supera con asignaciones económicas. Si relegamos al olvido nuestro patrimonio cultural, olvidaremos nuestra propia esencia, nuestras señas de identidad. Seamos consecuentes y, como han hecho los italianos, plantemos cara a unas autoridades que se pierden en un mundo de políticas absurdas. Defendamos el valor de la cultura, tenemos que ejercer como ciudadanos responsables. Será nuestro legado a las generaciones futuras.
Eloína Calvete García
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