Las claves para conocer la
situación ante la ley de un mal que afecta a miles de mujeres
“Durante las dos últimas décadas se ha producido en España, como en otro países europeos, un incremento del comercio sexual ligado al tráfico de personas con fines de explotación para la prostitución. Junto a esta situación, distintos fenómenos sociales (drogadicción, emigración, precariedad económica, falta de alternativas vitales…) están conduciendo a muchas personas al desarrollo de la prostitución como única alternativa para vivir”.
Estas son las palabras con las que Rocío Nieto, directora de APRAMP (Asociación para la Prevención y Reinserción de la Mujer Prostituida), denuncia el problema de un colectivo social cuya realidad encuentra un mal reflejo en los medios de comunicación. Un colectivo de compleja problemática, formado por personas de diferente perfil y que es rechazado por la sociedad.
La prostitución es un fenómeno que pone sus pasos sobre la fina línea que separa lo legal de lo ilegal. Ni los colectivos de ayuda a la prostitución ni los propios cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado saben enfrentarse con eficacia al problema debido a su mal tratamiento por parte de la ley. Asimismo la sociedad se enfrenta día a día al continuo debate sobre la legalización o no de la actividad. Pero, ¿Qué consecuencias tiene la regularización o no de la prostitución para con los/las afectadas?
Bibiana Aído, ex ministra de Igualdad, señala que “la prostitución es sinónimo de esclavitud y de mujeres explotadas. Las mafias que trafican con ellas aprovechan su vulnerabilidad, su situación de pobreza y con la promesa de un mundo mejor, las convierten en esclavas”.
En España las cifras hablan por sí solas. Alrededor de 300.000 mujeres ejercen la prostitución en nuestro país y mueven un
volumen de 18.000 millones de euros al año. Un 6% de la población que vive en España, hombres en su gran mayoría, es usuaria habitual. Según Naciones Unidas (ONU), la trata de blancas es el tercer negocio ilegal más lucrativo (1) .
La prostitución en España es una actividad que funciona al margen de la ley. No está prohibida ni regulada. Es una actividad alegal que sólo se reprime cuando se relaciona con la violencia o la falta de libertad. En 1.995, el Partido Socialista, la despenaliza. Pero tipifica un título denominado “delitos contra la libertad sexual”, que se relacionan con la coacción, la minoría de edad o la incapacidad de las personas que ejercen la actividad de la prostutición (2).
Durante los años del gobierno del Partido Popular se modifica varias veces el Código Penal y la tipificación pasa a denominarse “delitos contra la libertad y la indemnidad sexuales”. Es decir, que se añade un nuevo título para proteger a personas que vienen de otros países “de los delitos contra ciudadanos extranjeros”.
Con respecto a los menores se condena, en el artículo 187 del Código Penal “al que induzca, promueva, favorezca o facilite la prostitución de una ersona menos de edad o incapaz”, que “será castigado con las penas de prisión de 1 a 4 años y multa de 12 a 24 meses”(3).
Por otra parte, en el artículo 188 del Código Penal se tipifica el delito de prostitución de personas mayores de edad: “El que determine, empleando violencia, intimidación o engaño, o abusando de una situación de superioridad o de necesidad o vulnerabilidad de la víctima, a persona mayor de edad a ejercer la prostitución o a mantenerse en ella, será castigado con las penas de prisión de dos a cuatro años y multa de 12 a 24 meses. En la misma pena incurrirá el que se lucre explotando la prostitución de otra persona, aún con el consentimiento de la misma” (4). En otras palabras: la prostitución sólo está penada en caso de que entronque directamente con un delito de maltrato,
de racismo o de abusos contra menores. Por lo tanto, la prostitución como tal, aunque lo parezca con algunas apariciones en el Código Penal, no está penada.
Estas son las medidas legales que se relacionan en nuestro país con la prostitución. Las fuerzas de seguridad del Estado se encuentran con las manos atadas a la hora de ejercer la defensa de los derechos de estas mujeres. A. M. L., agente de la Guardia Civil, que por su trabajo está en contacto con esta realidad social, nos cuenta que “aunque sepamos que en un local se está ejerciendo la prostitución no podemos hacer nada. Se registran como “negocios hosteleros”. Cuando nosotros acudimos vemos que los papeles están en regla y cuando preguntamos por la prostitución te dicen que son un hotel. Un hotel, claro, en el que tú no puedes alquilar ninguna habitación, porque te dicen que está completo. Estas chicas están allí de cara a la ley pagando una habitación y lo que hagan en ella no tenemos forma de probarlo. Algunas veces acuden a nosotros en busca de ayuda y tratamos de ofrecerlas protección para que hablen y denuncien, pero tienen miedo”.
Con esto se pone de manifiesto el vacío legal que rodea la prostitución. Pero, ¿Habría que legalizarla? ¿Es conveniente amparar bajo la ley esta actividad? Los diversos actores relacionados con la problemática de la prostitución mantienen distintas posturas, aunque la mayoría se posiciona en contra de la legalización.
Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, considera que “la prostitución no debe legalizarse porque se trata de una forma de violencia contra las mujeres, una práctica de explotación con una raíz profunda en la desigualdad de género”. De la misma opinión es Matilde Fernández, ex Ministra de Asuntos Sociales. “Legalizar la prostitución supondría y supone ir contra los derechos humanos. Si se legaliza el abuso sexual de las personas hoy, por qué no mañana el trabajo infantil y también la lapidación de la mujer adúltera…”.
Por su parte, Carmen Bravo, secretaria de Mujer de Comisiones
Obreras, dice que “es necesario regular el sector económico de trabajo sexual en España”. Esta central sindical entiende que son las personas que
ejercen la prostitución quienes han de ser consultadas con el objetivo de tener en cuenta sus demandas.
Existen diversas organizaciones no gubernamentales y asociaciones que conocen de primera mano la realidad que viven estas mujeres. Estos colectivos también tienen su opinión sobre la legalización o no del comercio sexual.
Desde APRAMP, opinan que “legalizar la prostitución sería legitimar la explotación de seres humanos. La legalización y despenalización de la prostitución llevan consigo un aumento de esta industria. En los países que se han adoptado estas medidas, han sido apoyadas mayoritariamente por los proxenetas y los propietarios de los clubs y prostíbulos”.
Así mismo, Mamen Briz, perteneciente a Hetaira (Colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas), explica que “en España la prostitución no es ilegal. Habría que lograr derechos laborales, bien como trabajadores y trabajadoras autónomos o bien en relación a terceros en clubs, pero con derechos básicos: baja por enfermedad, suspensión por maternidad,vacaciones,etc. Por el contrario, AMUNOD, Asociación de Mujeres de la Noche buscando el Día, considera que la prostitución no es un trabajo, sino una actividad que favorece la explotación sexual de la mujer, “por lo que no podemos apoyar la legalización, ya que consideramos que iría en contra de los derechos y las voluntades de las personas, sometiendo a la mujer a la voluntad del hombre y potenciando el machismo”.
Ana Miguez, de la ya desaparecida Asociación Alecrín, una organización feminista que trabajaba en aquellos espacios donde la mujer sufre discriminación, explica que “la experiencia que nos dio el trabajo directo con mujeres prostituidas nos llevó a alinearnos con el movimiento internacional abolicionista por considerar la prostitución un atentado a los derechos
humanos de las mujeres y las niñas”. Por ello, Alecrín pedía una política legislativa a partir del Convenio de Naciones Unidas para la Represión de la Trata de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena.
¿Y ellas, las verdaderas protagonistas? ¿Qué opinan? Ahora, las voces de mujeres que han trabajado como prostitutas.
“La prostitución no es un oficio, no es más que un medio temporal de supervivencia, según afirman los autodenominados ¡legisladores progresistas! Nosotras lo sabemos desde el primer “cliente” que cada una ha padecido. Desde la primera “transacción” una se siente sucia y degradada”. Estas son las palabras de Yolande Grenson, fundadora de la Asociación Pandora de Bélgica y ex prostituta. Para ella, “darle un status a la prostitución sólo termina por despenalizar a los explotadores de burdeles y clubes de alterne, e incluso a los que explotan directamente a las prostitutas”.
Otro punto de vista muy distinto es el testimonio de Marilo Femenia, ex prostituta y fundadora de la Asociación ALMA (Asociación Libre de Mujeres de Alterne). Esta asociación se encuentra en el lado de los que piensan que la prostitución no tiene por qué ser una explotación.
Femenia explica que “el problema de la prostitución es la desinformación y la mala educación. Cuando una mujer que se dedica a la prostitución no sabe que su trabajo es realmente importante, se siente denigrada. Además, cuando una mujer siente que lo que está haciendo es incorrecto, da lugar a que otras personas la humillen. Lo que tenemos que hacer las prostitutas que ejercemos la prostitución de una manera libre que nada tiene que ver con las mafias, ni con la trata de blancas, es concienciarnos de que ni no fuera por nosotras, la humanidad sería más triste. El sexo es una vía de escape y una manera de encontrar nuestras propias raíces como seres humanos”.
Por todo ello, si la prostitución permanece como ahora, invisible a la ley, las prostitutas se convierten en títeres que en la mayoría de los casos se encuentran en manos de proxenetas que negocian y se lucran con la explotación de seres humanos. Está demostrado que la mayoría de las afectadas no confiesan por miedo a las represalias y además de trabajar en algo que las degrada como personas, no poseen los derechos fundamentales que tendría cualquier trabajador “normal”.
De otra parte, si la prostitución se legalizara, estaríamos hablando de que estas personas tendrían más derechos y mayor protección de la que tienen ahora, pero también hablaríamos de la legalización de una actividad que en la mayoría de sus representaciones va contra los derechos del ser humano, muy especialmente de las mujeres. Además, la experiencia en otros países, como Alemania, Austria u Holanda, demuestra que la legalización no termina con los problemas que implica el comercio sexual.
Mención aparte merece el grueso económico que genera la actividad, que es realmente el quid de la cuestión de que se pueda legalizar o no, pues la prostitución es un negocio que genera muchísimo dinero y si se legalizara todo ese dinero tendría que ser declarado y reflejado y esto no interesa ni a particulares, ni a proxenetas ni a instituciones.
Por todo ello, la prostitución permanece invisible a la ley, dejando abandonadas y desprotegidas a las víctimas de un problema que no dejará de existir si no se ponen los medios para que termine. Quizás la solución empezaría por penar y condenar a los que trafican con la prostitución y a los consumidores de la actividad, y no a las personas que la ejercen, que en la mayoría de los casos son víctimas “sin voz”.
Sólo una sociedad cuyo clima sea el respeto por los derechos humanos puede caminar hacia el entendimiento y la solución de problemas como la prostitución. Y ese clima sólo se consigue a través de la educación y ofreciendo salidas laborales dignas a las mujeres que ejercen el comercio sexual.
Como señala Rocío Nieto: “la mujer prostituida es la invisible de la sociedad. Nadie la quiere”. Ya es hora de mirar y de ver, de hacer frente a esta realidad y otorgar a estas mujeres el lugar que, por derecho, les pertenece
Eloína Calvete García
Ángela Magalí Monís Tello
Lourdes Gómez Martín